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La Finca Espartero fue en 1965 un terreno dedicado al cultivo del olivo y frutales, su elección se debió sin duda al manantial de agua clara y fresca, que manaba por encima donde se construyó el edificio principal. Esta corriente de agua se canalizó, una parte al edificio y otra parte, la mandaba para la huerta y para una fuente que llenaba unas piscinas y albercas de riego, siendo esta el orgullo y joya de la Finca Esparteros.
En los años 20, la Venta Espartero recogÃa a los arrieros y a las caravanas de animales. A las bestias se las cargaba en un muelle de carga, construido para dicho fin, situado en la parte baja de la huerta. ExistÃa un puente donde las personas, podÃan acceder en caso de riada. Los animales bebÃan y se refrescaban en dicha fuente. La venta, daba cama y comida a los hombres y alimento y refugio a los animales.
La finca pasa por distintos propietarios y distintos usos, desde una destilerÃa de aguardiente, como sitio de bienestar y mejora de salud de un médico. Este remodeló algunas cosas, como la solerÃa pintada a mano y un moderno cuarto de baño. Tras un tiempo, la finca vuelve a utilizarse para labores agrÃcolas, hasta que, en 1954 se instala en la finca una pintora americana que en 1965 vende al escritor y flamencólogo, Donn E. Porhen, que remodela la finca para crear una casa de huéspedes, que además de alojamiento y clases de guitarra, baile y cante, ofrecÃa la oportunidad de aproximarse a una manera flamenca de vivir.
Porhen construyo en la parte de arriba, 5 habitaciones, un salón y un cuarto de baño. Abrió nuevas ventanas, 2 nuevas puertas de acceso, una a cada planta que comunicaban con el patio trasero. Instaló un cuarto de baño en la entrada principal de la planta baja. Un gran almacén en esta misma planta, la convirtió en 2 habitaciones con baños incluidos, que daban acceso al patio trasero. El patio trasero paso a ser como una gran área de aparcamiento, donde en un futuro se celebrarÃan las fiestas o juergas flamencas. Toda la construcción estaba dotada con agua y luz. La huerta y la casa-huerta se emplazaron en la rivera izquierda del rio Espartero (rio GuadaÃra). Un edificio anexo utilizado como establo, fue remodelado en un precioso apartamento, donde vivÃa, Porhen con su familia, desde donde se contemplaba, la casa principal, el huerto y el bonito paisaje. HabÃa una casa cercana donde vivÃa Paco el jardinero con su mujer y sus 6 hijos.
En 1966 la Finca Espartero adquiere renombre internacional porque se instala en ella el Centro Flamenco de Espartero, fruto de la fascinación que el toque de Diego del Gastor provoco en Porhen.
A "El Espartero" empezaron a llegar muchos jóvenes, aficionados al flamenco y creadores, provenientes de todo el mundo, principalmente de Estados Unidos, hasta convertir esta esquina de la Sierra de Esparteros en una de las mecas imprescindibles del flamenco de los 60, siendo objeto de un extenso reportaje en el New York Times en 1972.
Por la Finca Espartero pasaron artistas como Diego del Gastor, Joselero de Morón, Juan Talega, Fernanda de Utrera y su hermana Bernarda de Utrera, Fernandillo, el Niño Rosa, Anzonini, Manolito de MarÃa, Perrate de Utrera, Antonio Mairena, etc. El contacto con estos grandes artistas en la mÃtica finca, junto a la publicación de los libros de Porhen, The Art of Flamenco (1962) y Lives and Legends of Flamenco (1964), ambos traducidos a varios idiomas, tuvieron una influencia decisiva en la afición por el flamenco en paÃses como Estados Unidos, Nueva Zelanda o Japón.
Gracias a los aficionados y creadores norteamericanos que visitaron la Finca Espartero conocemos grabaciones de audio, fotografÃas y pelÃculas de muchos de los artistas flamencos más importantes del siglo XX. De entre los creadores que han contribuido a documentar esta época dorada del flamenco podemos destacar a los escritores Donn E, Pohren, Kenneth Parker, Brook Zern, Robin Broadbank o Lorin Piper; a los fotógrafos Steve Kahn, William Davidson, George Krause, David George, lra Gavrin, Mark Johnson, Jane Grossenbacher, Ruth Frazier, Charles Mullen y MarÃa Silver; o al cineasta Danny Seymour.
La Finca Espartero y sus artistas serán también decisivos en la formación de Kiko Veneno, un compositor y cantante que revolucionará el flamenco junto a los hermanos Amador y a Camarón de la Isla en los años 1970 y 1980. En efecto, Kiko Veneno redescubre el flamenco gracias a AgustÃn RÃos Montoya, un sobrino y discÃpulo de Diego del Gastor al que conoce en San Francisco. En 1973 viaja a Morón de la Frontera para asistir a las célebres juergas flamencas sobre las que habÃa oÃdo hablar en Estados Unidos, aunque no llegó a conocer a Diego del Gastor, que falleció en julio de ese mismo año.
La muerte de Diego del Gastor significo también el final de la finca, que será abandonada y entrará en un proceso de ruina y desmantelamiento, hasta su reconstrucción a principios del siglo XXI.